Investing.com — Queda por ver en qué dirección se dirigirá finalmente la política monetaria arancelaria de EE.UU., pero la Administración Trump ha dejado claro que China es el objetivo principal de su guerra comercial.
Aunque las exenciones arancelarias sobre ciertos productos electrónicos de consumo han reducido ligeramente la tasa media sobre las importaciones chinas, esta sigue situándose por encima del 100%, en comparación con apenas el 12,5% a principios de año.
Según Capital Economics, el impacto inmediato serán mayores costes para los consumidores estadounidenses, pero si estos niveles persisten, podrían "reducir drásticamente el comercio entre las dos economías más grandes del mundo".
Las razones van más allá de las quejas económicas. Aunque el gran superávit comercial bilateral de China y su agresiva represalia a los anteriores aranceles estadounidenses han contribuido a la escalada, Capital Economics afirma que esto es parte de "una creciente rivalidad de superpotencias entre Washington y Pekín que ha puesto a ambos países en rumbo de colisión".
Esta rivalidad se desarrolla en un contexto en general de fractura económica global. El mundo se está dividiendo cada vez más en dos bloques centrados en torno a EE.UU. y China, y esto está remodelando las cadenas de suministro, las relaciones comerciales y los flujos de inversión.
"No necesariamente resultará en menos comercio transfronterizo – más bien, afectará la dirección de los flujos comerciales", dijo la firma independiente de investigación económica en un informe, citando el cambio de Apple (NASDAQ:AAPL) para obtener más iPhones para el mercado estadounidense desde India como una señal de esta realineación.
"El resultado probablemente será una mayor fragmentación de las cadenas de suministro globales, con algunos elementos configurados para servir al mercado estadounidense y otros configurados para servir a China", añadió.
Pekín, por su parte, ha respondido aprovechando su dominio sobre los minerales de tierras raras, restringiendo las exportaciones a EE.UU. como parte de su respuesta. Este control sobre recursos críticos, especialmente en países alineados con China como los de África y América Latina, podría inflamar aún más las tensiones en la cadena de suministro y aumentar la volatilidad de los precios globales.
Los flujos de capital también se están politizando cada vez más. EE.UU. ha comenzado a favorecer las inversiones de aliados mientras restringe el capital chino.
El llamado 'Memorando de Inversión América Primero' "pidió explícitamente una mayor inversión de los aliados de EE.UU. junto con restricciones a la inversión de China", dice el informe.
Aunque la política estadounidense a menudo está dividida, la postura sobre China se ha vuelto bipartidista. Capital Economics señala que "los legisladores de ambos lados del pasillo están unidos en la necesidad de hacer frente a China".
Y con Pekín viéndose a sí mismo como un contrapeso a la hegemonía estadounidense, es poco probable que esta dinámica cambie independientemente de quién ocupe la presidencia.
El camino por delante sigue siendo incierto, señala Capital Economics. Un riesgo es que EE.UU. podría alienar a sus aliados, lo que socavaría una de sus principales ventajas estratégicas. Otra preocupación más seria es la posibilidad de conflicto si la rivalidad se intensifica aún más.
Este artículo ha sido generado y traducido con el apoyo de AI y revisado por un editor. Para más información, consulte nuestros T&C.