Investing.com — La eurozona se dirige hacia una leve recesión para mediados de 2025, impulsada por los amplios aranceles estadounidenses que profundizan un panorama económico ya frágil.
Según los analistas de BCA Research, las últimas medidas comerciales introducidas por el presidente Donald Trump empeorarán los beneficios corporativos, suprimirán la inversión de capital y erosionarán aún más la confianza en toda la región.
Los nuevos aranceles elevan la tasa arancelaria general de EE.UU. al 22%, su nivel más alto desde 1910. Para la eurozona —donde la producción industrial, la confianza minorista y los planes de inversión ya se habían estado debilitando— el impacto será especialmente severo.
BCA afirma que los aranceles afectarán directamente a los exportadores europeos, particularmente al sector automotriz, donde los aranceles ahora alcanzan el 25%.
BCA cita modelos del Instituto Peterson de Economía Internacional que muestran que aranceles de esta magnitud podrían reducir el crecimiento en 0,25 puntos porcentuales en Alemania, 0,12 en Francia y 0,15 en Italia.
Aunque la tasa arancelaria real es ligeramente inferior a la modelada, el entorno en general de mayores barreras comerciales globales e incertidumbre sugiere que el daño económico será comparable.
Sumando a la presión está la reorientación de las exportaciones chinas. En respuesta a los crecientes aranceles estadounidenses —ahora de hasta el 64%— los productores chinos probablemente redirigirán sus envíos a Europa.
Esto refleja la guerra comercial entre EE.UU. y China de 2018-2019, cuando una redirección similar desencadenó efectos deflacionarios en la eurozona. BCA espera un escenario similar, agravando las vulnerabilidades económicas de Europa.
La confianza de los inversores también está bajo presión. Las previsiones de beneficios están siendo revisadas a la baja, los márgenes se están reduciendo y los planes de inversión de capital se están recortando en todos los ámbitos.
BCA advierte que esto desencadenará una retirada de inversión más amplia y arrastrará el crecimiento del PIB a territorio negativo en los próximos trimestres.
En respuesta, Europa está activando un plan de política monetaria con múltiples enfoques. Primero, se está incrementando el apoyo fiscal.
Alemania está acelerando un estímulo equivalente al 1% del PIB anual durante los próximos dos años, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha pedido una emisión común de bonos para financiar gastos adicionales.
En segundo lugar, se espera que el Banco Central Europeo reduzca su tasa de depósito por debajo del 2% y podría reanudar la flexibilización cuantitativa. Las expectativas de inflación permanecen ancladas y la brecha de producción se está ampliando, dando al BCE margen para actuar sin arriesgar la inestabilidad de precios.
Los responsables políticos están tratando esto como un shock exógeno —similar en naturaleza a la crisis del COVID-19— y se espera que faciliten, no obstaculicen, la respuesta fiscal.
En tercer lugar, la UE busca diversificar sus lazos comerciales más allá de EE.UU. Se esperan conversaciones con Canadá, América Latina y el Reino Unido, mientras que los vínculos con Suiza y Noruega se profundizarán.
Estas relaciones no compensarán inmediatamente la volatilidad en el comercio con EE.UU., pero se consideran amortiguadores a largo plazo.
Una cuarta respuesta probablemente implicará represalias. Aunque la UE actualmente busca el diálogo con Washington, BCA espera que se introduzcan contra-aranceles medidos para demostrar determinación y desalentar una mayor escalada comercial.
El quinto y más significativo eje es estructural: completar el Mercado Único. El FMI estima que las barreras no arancelarias internas dentro de la UE equivalen a un arancel del 44% sobre bienes y del 110% sobre servicios.
Al abordar estas ineficiencias, la UE pretende mejorar la escala, impulsar la inversión y elevar la productividad. El impulso hacia una unión de mercados de capitales también está ganando urgencia, ya que ampliaría la financiación no bancaria crítica para I+D e innovación.
Aunque estas iniciativas no llegarán lo suficientemente rápido para prevenir una desaceleración, BCA afirma que ayudarán a suavizar el golpe. La liquidez del sector privado está en su nivel más alto desde la introducción del euro, y los bancos siguen en buena forma —condiciones que ofrecen un amortiguador durante la desaceleración.
En el frente de inversión, BCA aconseja un enfoque cauteloso a corto plazo. Se prefieren los sectores defensivos y los bonos sobre las acciones y los cíclicos.
A medida que el crecimiento se ralentiza y los beneficios caen, se espera que las revisiones a la baja de ganancias conduzcan a un mayor rendimiento inferior de las acciones, similar a la caída del 14% vista durante la guerra comercial de 2018.
Sin embargo, BCA sigue optimista sobre el largo plazo. Las acciones europeas, argumentan, están descontando un riesgo excesivo.
A medida que el apoyo fiscal se consolide y la integración se profundice, debería seguir una recuperación en la productividad y los beneficios corporativos. Los bancos y las telecomunicaciones, vistos como beneficiarios clave de la integración, están posicionados para liderar el próximo tramo al alza una vez que la volatilidad disminuya.
En renta fija, los bonos europeos siguen siendo atractivos, particularmente los emitidos por España y Francia.
Los bonos españoles ofrecen fundamentos sólidos y bajo riesgo, mientras que los OAT franceses proporcionan mayores rendimientos y liquidez, convirtiéndolos en una potencial operación de alta beta ante la esperada flexibilización de la política monetaria del BCE.
El euro también se considera infravalorado, cotizando con un descuento del 18% respecto a su valor justo. Aunque la reciente fortaleza puede haberse adelantado a los fundamentos, BCA dice que podría beneficiarse si el capital global comienza a alejarse de los activos estadounidenses.
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