Investing.com - La eterna obsesión de Donald Trump con el déficit comercial de EE.UU. está bien documentada.
Desde la década de 1980, ha enmarcado los desequilibrios comerciales como evidencia de que otros países se están aprovechando de América. Su visión equipara los déficits comerciales con pérdidas financieras, similar al balance de una empresa, y ayuda a explicar su impulso por los aranceles y un dólar más débil.
Capital Economics argumenta que, si bien Trump tiene razón en centrarse en el déficit comercial, su razonamiento es erróneo.
Los déficits comerciales no perjudican inherentemente la prosperidad económica. En cambio, a menudo reflejan una fuerte demanda de los consumidores.
"Hay una verdad en la idea de que los grandes déficits externos representan un desafío que debe abordarse, pero no por la razón que cree el presidente Trump", dijo Capital Economics en un informe del lunes.
La verdadera preocupación con el déficit externo de EE.UU., según la firma de investigación macroeconómica, radica en su tamaño y persistencia. El déficit de cuenta corriente de EE.UU. se sitúa en más del 4% del PIB, y el país no ha registrado un superávit en casi 35 años.
El problema clave es que EE.UU. ha acumulado importantes pasivos externos sin un crecimiento correspondiente de la inversión.
"Los déficits de cuenta corriente grandes y sostenidos, y la acumulación asociada de pasivos externos, han dejado a EE.UU. dependiente de mantener la confianza de los inversores extranjeros", explica Capital Economics.
Aunque el papel del dólar como moneda de reserva global ha ayudado a sostener este desequilibrio, la posición de inversión internacional neta de América ahora se sitúa en casi -80% del PIB.
Agravando el problema, EE.UU. ya no genera rendimientos más altos en sus activos en el extranjero que lo que paga por sus pasivos, contribuyendo a un creciente déficit de ingresos por inversiones.
Capital Economics advierte que "el deterioro constante en el déficit de la balanza de pagos de América es una bomba de tiempo bajo su economía, pero también bajo los mercados financieros globales".
Abordar este desequilibrio requiere más que ajustes de divisas. Utilizando un modelo teórico conocido como el Diagrama de Swan, Capital Economics explica cómo las economías logran un equilibrio interno y externo.
EE.UU., con su gran déficit de cuenta corriente y presiones inflacionarias, necesita una demanda interna más débil para restaurar el equilibrio. China, por el contrario, enfrenta un gasto de consumo débil y riesgos deflacionarios, lo que significa que requiere una demanda interna más fuerte.
Idealmente, EE.UU. abordaría su desequilibrio mediante un ajuste fiscal, mientras que China estimularía el consumo interno. Esto podría ayudar a reequilibrar el comercio global sin desestabilizar los mercados financieros.
Sin embargo, Capital Economics es escéptica de que tal coordinación se materialice.
"Desafortunadamente, la reticencia de los responsables de la política monetaria en China para expandir el apoyo fiscal y el entusiasmo de los responsables de la política monetaria de EE.UU. por recortar impuestos —sin mencionar los desafíos más fundamentales de coordinación de políticas entre Beijing y Washington— significan que las posibilidades de que esto realmente suceda son cercanas a cero".
"Pero la visión esencial del Diagrama de Swan es que cualquier 'gran acuerdo' para resolver los desequilibrios globales que se centre únicamente en la realineación de divisas probablemente no daría muchos frutos", concluyó la firma.
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