La industria alemana enfrenta una crisis persistente, marcada por una caída del 2,4% en la producción industrial en diciembre, tras un aumento del 1,3% en noviembre. En términos interanuales, esta producción ha disminuido más de un 3%, lo que confirma una debilidad estructural. A pesar de que las exportaciones aumentaron un 2,9% y las importaciones un 2,1%, ampliando así el superávit comercial, la industria no logra recuperarse a niveles previos a la pandemia.
Economistas de ING destacan que la caída renovada en la producción industrial refleja una debilidad estructural, sumándose a una serie de cifras industriales decepcionantes en los últimos años. A cinco años del inicio del Covid-19, la capacidad manufacturera se encuentra en mínimos comparables solo a la crisis financiera y los confinamientos iniciales, proyectando una imagen desfavorable del país conocido por su potencia industrial.
Mirando hacia el futuro, a pesar de algunos repuntes técnicos, no se vislumbra una recuperación sustancial. Los inventarios se mantienen elevados, mientras que los pedidos, aunque estabilizados, no son suficientes para revertir el ciclo de inventarios. Además, los inminentes aranceles sobre la UE y las políticas proteccionistas de la nueva administración estadounidense agravan el panorama, afectando potencialmente las exportaciones y la inversión alemana si las empresas deciden trasladar su producción a EEUU.
Finalmente, ING concluye que la industria alemana seguirá siendo un lastre para el crecimiento del país, dada la persistente debilidad estructural y los desafíos externos que enfrenta.