Este jueves 6 de febrero, el Banco de Inglaterra (BoE) llevará a cabo su primera reunión de política monetaria del año, donde se prevé que reduzca los tipos de interés en 25 puntos básicos, situándolos en el 4,5%. Ocho de los nueve miembros del comité de política monetaria se espera que voten a favor del recorte. Las razones principales de esta decisión son el estancamiento económico, el decrecimiento en el empleo y una posible disminución de la inflación en el sector de servicios. Además, la incertidumbre generada por la política arancelaria de la administración Trump también juega un papel crucial.
Según analistas de BNY, el BoE deberá considerar las condiciones externas por primera vez desde 2022. La imposición de aranceles por parte de EE. UU. a la Unión Europea podría afectar significativamente el crecimiento económico de Reino Unido. A ello se suma el riesgo de una menor demanda de productos manufacturados británicos en EE. UU., debido a los altos aranceles, lo que podría impactar negativamente la economía del país.
Analistas de ING esperan que el BoE continúe con recortes trimestrales durante el resto del año. Sin embargo, advierten que un mercado laboral inestable y menores expectativas de inflación en servicios podrían forzar al banco a adoptar medidas más agresivas. Por otro lado, Berenberg sugiere que, además del recorte esperado, podría haber una nueva reducción en marzo debido al estancamiento económico.
Generali Investments anticipa que, a pesar del recorte, el BoE mantendrá una orientación gradual para combatir el riesgo de inflación persistente. Se espera que las proyecciones de PIB e inflación del BoE se revisen a la baja, sugiriendo la necesidad de una política más laxa para contrarrestar el bajo crecimiento y la inflación. Según ING, estas revisiones reflejan datos económicos mediocres y proyecciones de inflación por debajo del 2%, lo que indica que podría ser necesario relajar aún más la política monetaria.