Por Gabriela Selser
CIUDAD DE MÉXICO, 14 jun (Reuters) - Violeta Barrios de Chamorro, quien en 1990 se convirtió en la primera mujer electa presidenta en Nicaragua y el continente americano, falleció la madrugada del sábado a los 95 años luego de una larga enfermedad, informó su familia en un comunicado.
Chamorro, quien sufrió una embolia cerebral en 2018, había abandonado la vida pública a causa de un tumor en la cabeza y dolencias posteriores. En octubre de 2023 y bajo permanente asistencia medica fue trasladada a Costa Rica, donde residen tres de sus cuatro hijos exiliados: Cristiana, Pedro Joaquín y Carlos Fernando Chamorro Barrios.
"Doña Violeta falleció en paz, rodeada del cariño y del amor de sus hijos y de las personas que le brindaron un cuido extraordinario", dijeron en un comunicado sus hijos, fruto de su matrimonio con el periodista Pedro Joaquín Chamorro, asesinado en 1978 por presuntos sicarios de Anastasio Somoza, el último miembro de la dictadura somocista, que gobernó el país centroamericano entre 1937 y 1979.
La expresidenta será enterrada temporalmente en la capital costarricense "hasta que Nicaragua vuelva a ser República, y su legado patriótico pueda ser honrado en un país libre y democrático", agregaron sus hijos.
"Lamento mucho el deceso de su madre, Doña Violeta. Tuve el honor de conocerla durante su mandato. Gran dama, luchadora y demócrata. A la familia y al pueblo democrático de Nicaragua, muestras sinceras condolencias a nombre de mi gobierno y del pueblo panameño", escribió el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, en su cuenta de X.
CARRERA POLÍTICA
Nacida el 18 de octubre de 1929 en el seno de una familia adinerada en la ciudad sureña Rivas, era una recluta poco probable para la causa rebelde. Educada en escuelas privadas en Estados Unidos, su formación se interrumpió cuando su padre murió de cáncer de pulmón.
Poco después de regresar a casa, Violeta Barrios Torres conoció y se casó con Pedro Joaquín Chamorro, de quien heredaría el tesón político, el diario La Prensa y el apellido.
Como dueño y director de La Prensa, férreo opositor al dictador Somoza, Chamorro fue encarcelado varias veces y exiliado. Su muerte en 1978 aceleró la insurrección popular contra Somoza, dirigida por los guerrilleros sandinistas que le derrocaron un año más tarde.
También, encumbró a "Doña Violeta", entonces con muy poca experiencia política, al primer plano de la política nacional.
"Yo me entregué a ella (a la política) para que Pedro y Nicaragua pudieran triunfar a través de mí", escribió en sus memorias "Sueños del corazón".
Tras la Revolución Sandinista de 1979, el rechazo a la dictadura la llevó a participar de la primera Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, donde conoció al por ese entonces -y ahora- presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, líder del proceso revolucionario de aquella época.
Disconforme con el rumbo que tomaban las cosas, Barrios de Chamorro renunció a la Junta que había quedado dominada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), a la que siguió criticando desde La Prensa, que convirtió en uno de los más férreos críticos del poder.
Más tarde, la periodista pasó a integrar una heterogénea coalición de partidos, llamada Unión Nacional Opositora (UNO), unida principalmente por el rechazo común al gobierno del FSLN.
En 1989, Chamorro se presentó como candidata a presidenta de Nicaragua por la coalición opositora, y ganó las elecciones con el 55% de los votos, convirtiéndose en la primera mujer en ser electa para el cargo en el país y el continente americano.
"Devolveré al pueblo el derecho a elegir a sus dirigentes mediante elecciones justas y abiertas. Y, sobre todo, ofreceré honradez, no sólo en apariencia sino también en la práctica", anunció en aquel momento.
Su victoria puso fin al conflicto militar en Nicaragua mediante el desarme de unos 20.000 rebeldes, conocidos como "contras", en su mayoría campesinos reclutados para una guerra que contó con el respaldo militar y económico de Estados Unidos. También redujo el ejército sandinista de más de 100.000 a unos 12.000 hombres, cambiando su nombre a Ejército Nacional e iniciando su profesionalización.
Los críticos de Chamorro no la consideraban una política auténtica, sino la esposa de un periodista rebelde que murió por su causa mientras ella comprometía sus ideales. Sin embargo, fue ampliamente elogiada por poner fin a la guerra y supervisar la primera transición pacífica de poder en la historia de Nicaragua.
Una vez en el gobierno, Chamorro revirtió parte de las medidas adoptadas por el FSLN. Desplegó un plan de austeridad fiscal y privatización de empresas públicas, al mismo tiempo que negoció con el FSLN el mantenimiento de algunos logros de la revolución.
Al asumir en abril de 1990, Chamorro recibió un país con recesión productiva, déficit de balanza comercial, abultada deuda externa y una inflación desbocada que lastraron su administración. Sumado a ello, los sandinistas liderados por Ortega desde la oposición, sabotearon su gestión con permanentes huelgas y asonadas.
"Estuvo consciente del papel que le tocó jugar en un país empobrecido y arruinado por una guerra, siempre estuvo clara que su objetivo era lograr la paz y la reconciliación", dijo José Dávila, exembajador de Nicaragua en Alemania durante su gobierno.
En enero de 1997, al terminar su mandato y no contar con la posibilidad de la reelección, Chamorro se retiró de la política.
Dos décadas después, una de sus cuatro hijos, Cristiana Chamorro, presentó su precandidatura a la presidenta del país para las elecciones de 2021, pero su intento fue obstaculizado por el gobierno de Ortega, quien gobierna desde 2007, reprimiendo brutalmente la disidencia y las críticas y obligando a miles de personas a huir, incluida la familia Chamorro.