El Dólar australiano es uno de los que mejor se desempeña el lunes. El sentimiento de riesgo negativo no está pesando sobre el AUD hoy, que está recibiendo apoyo de un Dólar estadounidense débil para alcanzar niveles justo por debajo de 0.6500.
El Dólar ha comenzado la semana a la defensiva, golpeado por una mezcla de eventos. La promesa de Trump de aumentar las importaciones de acero y aluminio al 50% amenaza con restringir aún más el crecimiento económico y avivar la inflación, lo que ha reavivado los temores de los inversores sobre la estanflación.
Más allá de eso, el presidente de EE.UU. ha abierto un nuevo frente en una relación comercial ya frágil con China, mientras que las preocupaciones del mercado sobre el impacto de un proyecto de ley de recortes fiscales en la salud fiscal del país siguen siendo inminentes. Todo esto está dando un nuevo impulso a la tendencia de "vender América".
En Australia, el PMI manufacturero de S&P Global reveló que la actividad del sector continuó creciendo en mayo, aunque a un ritmo más lento de lo esperado. Estas cifras respaldan el mensaje de tono hawkish del RBA la semana pasada y proporcionan cierto apoyo al AUD.
En EE.UU., el enfoque de hoy está en el PMI manufacturero del ISM, que se espera que haya continuado mejorando en mayo, aunque aún en niveles que reflejan contracción. El Dólar estadounidense necesita una sorpresa positiva aquí para aliviar la presión bajista.
Aparte de eso, Logan y Goldsbee de la Fed se reunirán con la prensa antes del presidente Powell. Sus comentarios sobre el crecimiento económico, el empleo y la inflación serán analizados con atención en busca de pistas sobre los planes del banco para las reuniones de junio y julio.
En términos generales, "trade war" es una guerra comercial, un conflicto económico entre dos o más países debido al extremo proteccionismo de una de las partes. Implica la creación de barreras comerciales, como aranceles, que resultan en contrabarreras, aumentando los costos de importación y, por ende, el coste de la vida.
Un conflicto económico entre Estados Unidos (EE.UU.) y China comenzó a principios de 2018, cuando el presidente Donald Trump estableció barreras comerciales contra China, alegando prácticas comerciales desleales y robo de propiedad intelectual por parte del gigante asiático. China tomó medidas de represalia, imponiendo aranceles a múltiples productos estadounidenses, como automóviles y soja. Las tensiones escalaron hasta que los dos países firmaron el acuerdo comercial Fase Uno entre EE.UU. y China en enero de 2020. El acuerdo requería reformas estructurales y otros cambios en el régimen económico y comercial de China y pretendía restaurar la estabilidad y la confianza entre las dos naciones. La pandemia de Coronavirus desvió la atención del conflicto. Sin embargo, vale la pena mencionar que el presidente Joe Biden, quien asumió el cargo después de Trump, mantuvo los aranceles y hasta añadió algunos gravámenes adicionales.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca como el 47º presidente de EE.UU. ha desatado una nueva ola de tensiones entre los dos países. Durante la campaña electoral de 2024, Trump se comprometió a imponer aranceles del 60% a China una vez que regresara al cargo, lo que hizo el 20 de enero de 2025. Se espera que la guerra comercial entre EE.UU. y China se reanude donde se dejó, con políticas de represalia que afectan el panorama económico global en medio de interrupciones en las cadenas de suministro globales, lo que resulta en una reducción del gasto, particularmente en inversión, y alimentando directamente la inflación del índice de precios al consumidor.