Citando a personas familiarizadas con el asunto, Bloomberg informó el martes que los funcionarios del Banco de Japón (BoJ) piensan que podría ser posible aumentar nuevamente la tasa de interés de referencia este año, ya que las condiciones económicas compensan la inestabilidad política interna.
"La decisión del Primer Ministro Shigeru Ishiba de renunciar a principios de esta semana oscurece las perspectivas tanto para la política como para las políticas gubernamentales, con algunos economistas advirtiendo que un intento de fortalecer el apoyo popular podría desestabilizar la disciplina fiscal de la coalición gobernante."
"Aún así, la economía ha funcionado como se esperaba, con un progreso constante hacia el objetivo de inflación estable del banco, y el acuerdo comercial firmado el mes pasado eliminó algunos riesgos potenciales para el crecimiento."
"Los funcionarios ven que el banco está avanzando hacia otra subida de tipos después de la última en enero."
"Algunos funcionarios incluso consideran que una subida podría ser apropiada tan pronto como en octubre."
El Banco de Japón (BoJ) es el banco central japonés, que fija la política monetaria del país. Su mandato es emitir billetes y llevar a cabo el control monetario y de divisas para garantizar la estabilidad de los precios, lo que significa un objetivo de inflación en torno al 2%.
El Banco de Japón se ha embarcado en una política monetaria ultralaxa desde 2013 con el fin de estimular la economía y alimentar la inflación en medio de un entorno de baja inflación. La política del banco se basa en el Quantitative and Qualitative Easing (QQE), o impresión de billetes para comprar activos como bonos del Estado o de empresas para proporcionar liquidez. En 2016, el banco redobló su estrategia y relajó aún más la política introduciendo primero tipos de interés negativos y controlando después directamente el rendimiento de sus bonos del Estado a 10 años.
El estímulo masivo del Banco de Japón ha provocado la depreciación del Yen frente a sus principales pares monetarios. Este proceso se ha exacerbado más recientemente debido a una creciente divergencia de políticas entre el Banco de Japón y otros bancos centrales principales, que han optado por aumentar bruscamente los tipos de interés para combatir unos niveles de inflación que llevan décadas en máximos históricos. La política del Banco de Japón de mantener los tipos bajos ha provocado un aumento del diferencial con otras divisas, arrastrando a la baja el valor del Yen.
La debilidad del Yen y el repunte de los precios mundiales de la energía han provocado un aumento de la inflación japonesa, que ha superado el objetivo del 2% fijado por el Banco de Japón. Aun así, el Banco de Japón juzga que todavía no se vislumbra la consecución sostenible y estable del objetivo del 2%, por lo que parece improbable un cambio brusco de la política monetaria actual.