El BCE modificó sus tipos por última vez en junio, tras recuperar el máximo del 4% del año pasado. Con la inflación rondando el objetivo a medio plazo del 2%, el banco no ve motivos urgentes de preocupación.
Piero Cipollone, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE), dice que las presiones sobre los precios están bajo control y no ve una necesidad inmediata de ajustar las tasas.
En declaraciones a la prensa, argumentó que la economía europea se ha mantenido bien, incluso con la incertidumbre comercial que la afecta. Comentó: «Creemos que los riesgos de inflación están muy equilibrados. Nos encontramos en una buena posición. Es decir, vamos por buen camino. Estaremos cerca del objetivo durante los próximos dos años».
Con la inflación de vuelta al 2% y la economía de la eurozona aún en crecimiento a pesar de la presión del aumento de aranceles en EE. UU., el BCE parece estar cómodo manteniendo los tipos estables por ahora. Christine Lagarde, por su parte, ha evitado hablar sobre el balance de riesgos para la inflación.
Sin embargo, aunque otro recorte de tasas parece descartado por ahora, algunos funcionarios esperan la reunión de diciembre, cuando nuevas proyecciones podrían mostrar si los aranceles de Donald Trump están empujando la inflación por debajo de la meta del 2%.
Cipollone ha acogido con satisfacción que la inflación se mantenga en torno a la meta. No obstante, enfatizó que las expectativas de inflación siguen siendo cruciales para el banco central. También señaló que, por el momento, la configuración de la política monetaria deberá ser suficiente, ya que continúan revisando la información antes de su reunión de diciembre.
Añadió: «Creemos que estamos en condiciones de gestionar los acontecimientos que se avecinan. Estamos listos para reaccionar ante cualquier necesidad, en cualquier dirección».
Mientras tanto, el BCE planea lanzar un euro digital en 2029. La semana pasada, Cipollone insinuó un gran avance tras el acuerdo entre los ministros de finanzas de la eurozona para establecer límites de tenencia de clientes. Declaró a la prensa que las conversaciones con los Estados miembros sobre el euro digital avanzaban sin contratiempos y que consideraba que mediados de 2029 era un plazo razonable. También afirmó que espera que los Estados acuerden un enfoque general para finales de año.
Durante algún tiempo, el banco central ha dedicado sus esfuerzos a promover la iniciativa, alegando que reduciría la dependencia de actores privados como Visa y PayPal. Los responsables políticos también querían evitar que las monedas estables respaldadas por dólares dominaran los pagos digitales habituales en toda la región.
Aun así, la implementación del euro digital dependerá en gran medida de la aprobación del Parlamento Europeo. Cipollone afirmó que los legisladores tendrán seis semanas para proponer cambios, seguidas de aproximadamente cinco meses de negociaciones. En el aspecto técnico, aún no hay nada definitivo; los funcionarios incluso están considerando cadenas de bloques públicas como Ethereum y Solana, un cambio notable respecto a los planes anteriores que favorecían una plataforma cerrada gestionada por el Eurosistema.
Hasta ahora, algunos dicen que una red abierta podría aumentar la comodidad, pero los oponentes critican el riesgo que representaría para los datos de las transacciones y tienen más dificultades para garantizar la privacidad.
En general, los defensores del plan afirman que un euro digital podría reducir costes, mejorar la transparencia y agilizar las transacciones diarias. Sin embargo, algunos aún se preguntan si el sistema podrá proteger los datos personales, integrarse fluidamente con el sector bancario y gestionar las monedas estables sin generar turbulencias en los mercados.
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