
La economía global está al borde del caos y Estados Unidos está en el centro del mismo. China acaba de dejar que su moneda, el yuan, caiga más allá de un nivel que había protegido ferozmente durante semanas.
La decisión es un disparo en lo que podría convertirse en una guerra económica en toda regla, y Washington no se queda quieto. dent presidente Donald Trump, que ha pasado años acusando a China y otros países de utilizar monedas baratas para aplastar a las empresas estadounidenses, ha regresado y está listo para comenzar el drama.
Trump siempre ha tenido problemas con los tipos de cambio. En junio pasado, criticó a China y Japón, acusándolos de manipular sus monedas para imponer “una carga tremenda” a las empresas estadounidenses.
¿Su arma preferida? Tarifas. Pasó su primera administración amenazando y aplicando aranceles para obligar a las monedas extranjeras a apreciarse. Ahora que el yuan está más débil que nunca, este es el acto inaugural de lo que podría defi el año 2025.
Las guerras de divisas son una historia tan antigua como el tiempo y no terminan bien. La década de 1930 es un buen ejemplo. En aquel entonces, las naciones jugaron sucio, devaluando sus monedas y aumentando los aranceles. Se la llamó economía de “empobrecer al vecino” y destruyó el comercio mundial.
Un estudio de los economistas Kris Mitchener y Kirsten Wandschneider mostró que esas tácticas redujeron el comercio en un 18%. Los países empezaron a mirar hacia adentro, centrándose en sus propios problemas y dejando que el sistema global se pudriera.
Franklin D. Roosevelt dejó claro este punto en 1933 cuando se saltó una conferencia económica mundial en Londres y en su lugar se fue a navegar. Eso desató un efecto dominó: más de 70 países devaluaron sus monedas, lo que provocó un caos en el comercio internacional.
Las consecuencias no terminaron ahí. El mundo aprendió la lección de la manera más difícil y, después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos cambió de opinión. Lideró la iniciativa de construir instituciones como el Fondo Monetario Internacional, fomentando la cooperación y el comercio.
Incluso en 2008, cuando el sistema financiero global estaba al borde del abismo, Estados Unidos trabajó con las naciones del G20 para evitar repetir los errores del pasado. ¿Pero Trump? Está arrastrando el libro de jugadas a la década de 1930, y lo que está en juego no podría ser mayor.
Durante su campaña, propuso un arancel universal del 20% y un arancel del 60% para China. Esos números no se mantuvieron, pero la actitud sí. Los economistas predicen que Trump y el dent chino Xi Jinping podrían llegar a un acuerdo para mantener los aranceles y los controles de exportación en niveles manejables.
Pero aquí está la cuestión: los acuerdos sólo funcionan si ambas partes actúan bien. Si Washington o Beijing calculan mal, las consecuencias podrían intensificarse rápidamente. Y la historia nos ha mostrado lo que sucede cuando las tensiones económicas se salen de control.
La caída del yuan es una declaración política. La demanda interna de China está estancada y sus tasas de interés están por los suelos. Dejar que el yuan se debilite tiene sentido para Beijing, pero es una señal de alerta para Trump. No le importa el "por qué". Se centra en el “qué” y lo que ve es una moneda que socava la competitividad estadounidense.
Los efectos de este enfrentamiento ya se están sintiendo. Goldman Sachs predice que el crecimiento global se mantendrá estable en 2,7% en 2025, reflejando lo ocurrido en 2024. Se espera que la economía estadounidense crezca un 2,5%, muy por delante del 0,8% de la eurozona.
La inflación está disminuyendo, cayendo del 6,8% en 2023 al 4,5% para 2025. Eso está dando a los bancos centrales espacio para recortar las tasas, y la Reserva Federal apunta a un 3,25%-3,5%. Los mercados emergentes no tienen tanta suerte. El crecimiento se está desacelerando al 4,2%, afectado por las tensiones comerciales y los problemas estructurales.
La eurozona también está pasando apuros, agobiada por nuevos aranceles y un panorama económico inestable. Y todo esto sucede en el contexto de un posible enfrentamiento entre Estados Unidos y China.
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