El sistema financiero mundial es una bomba de tiempo. La deuda, las tensiones geopolíticas y los mercados sensibles han creado una peligrosa bomba de tiempo que podría detonar en 2025.
Si has estado atento, la crisis prácticamente está llamando a nuestras puertas. La deuda corporativa global está asfixiando al sistema. Con 22,1 billones de dólares, es más alta que nunca, con 11,3 billones de dólares con vencimiento a finales de 2025. La mitad de esta deuda está clasificada apenas un pelo por encima del estatus de basura, lo que significa que un mal trimestre podría hacer que estas empresas caigan en espiral.
Si a eso le sumamos la deuda de los consumidores en Estados Unidos (que ahora asciende a 16 billones de dólares y los saldos de las tarjetas de crédito superan el billón de dólares), tenemos un mundo que se acerca peligrosamente al colapso financiero.
Las corporaciones no financieras por sí solas representan el 62% de toda la deuda que vence. Aquí está el problema: la mayor parte de esta deuda está estancada en la calificación de grado de inversión más baja, 'BBB'. Una rebaja y los costos de endeudamiento se dispararán para las empresas que ya se encuentran en terreno inestable.
Estados Unidos prevé un vencimiento de deuda corporativa de 2,42 billones de dólares para 2025, muy por encima de años anteriores. ¿Refinanciar esta montaña en un clima de tipos de interés crecientes? Buena suerte.
Mientras tanto, los consumidores se están ahogando. La relación deuda-ingresos en Estados Unidos alcanzó el 145%, lo que indica que la gente está endeudándose mucho más allá de sus posibilidades. La morosidad en tarjetas de crédito y préstamos para automóviles está aumentando entre un 1% y un 2%, lo que refleja el creciente número de hogares que luchan por mantenerse al día.
Puede que la inflación se esté desacelerando, pero los salarios no están creciendo lo suficientemente rápido como para aliviar el dolor. Y luego está la deuda nacional. Estados Unidos tiene una cuenta de 36 billones de dólares, a los que se agregaron 4,7 billones de dólares durante la del techo de deuda entre mediados de 2023 y enero de 2025.
El Tesoro está utilizando ahora “medidas extraordinarias” para mantener las luces encendidas, pero esos trucos no durarán para siempre. A mediados de 2025 llegará la llamada “Fecha X”, cuando el gobierno se quede sin cash . ¿Lo que está en juego? Impagos catastróficos, pérdidas masivas de empleos y el posible colapso de los mercados globales, incluidas las criptomonedas.
Como si la deuda no fuera suficientemente grave, las tensiones globales están echando gasolina al fuego. Estados Unidos y China están atrapados en un enfrentamiento económico que está alterando las cadenas de suministro y alimentando la incertidumbre. La guerra entre Rusia y Ucrania tampoco ha cesado, manteniendo los mercados energéticos volátiles y el comercio global en vilo.
Y los riesgos políticos no le están haciendo ningún favor a nadie. Incluso el mercado de bonos está enloquecido. La curva de tipos lleva meses invertida, un classic de recesión que es imposible de ignorar. Históricamente, este tipo de inversión significa problemas en el futuro, y 2025 parece un escenario perfecto.
Puede parecer que los bancos centrales están calmando las cosas, pero no se dejen engañar. Las tasas de inflación se han enfriado ligeramente, dando a las autoridades margen para considerar recortes de tasas. Pero hay un problema: recortar las tasas demasiado rápido podría reavivar la inflación, mientras que mantenerlas altas podría asfixiar a economías que ya son frágiles.
Se espera que las tasas de interés reales estadounidenses promedien el 1,5% en 2025, un gran aumento con respecto a los niveles cercanos a cero observados después de la pandemia. Para las empresas y los hogares acostumbrados a pedir préstamos a bajo precio, el cambio es brutal.
Las altas tasas han aumentado los costos de endeudamiento, haciendo más difícil para todos (desde las corporaciones hasta los consumidores comunes) mantenerse a flote.
En los mercados de valores, es un juego de falsas esperanzas. Los recientes indicios de recortes de tipos han iniciado cierta recuperación, pero los expertos advierten que estos avances no durarán si la inflación aumenta o las cargas de deuda abruman a las empresas. Los fundamentos no son lo suficientemente tron como para sostener una corrida alcista.
El cambio climático es una amenaza invisible a la estabilidad financiera. Los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes y costosos, agotando recursos y creando nuevos riesgos financieros. Desde inundaciones hasta incendios forestales, el impacto económico es enorme, especialmente en regiones que ya luchan contra la deuda.
Las perspectivas a largo plazo son sombrías. Los economistas proyectan del PIB mundial de apenas el 2,5% para 2025, una desaceleración que no deja margen de error. Si el crecimiento no se acelera, la carga de la deuda se volverá insostenible, lo que provocará incumplimientos que se extenderán en cascada a todos los mercados.
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