
La industria de la música dio un vuelco en 2024. La inteligencia artificial (IA) se abrió paso arrasando, creando más trac que todos los músicos humanos juntos.
Las plataformas produjeron millones de canciones más rápido de lo que un humano podía afinar una guitarra. Las cifras eran una locura, las consecuencias salvajes y la industria ahora ha cambiado para siempre.
Mubert, uno de los principales actores de la escena musical de IA, produjo más de 100 millones trac solo en la primera mitad del año. El mercado , valorado en 2.900 millones de dólares en enero de 2024, daba vueltas en torno a la producción de canciones tradicionales. Las soluciones basadas en la nube impulsaron el 71,4% de este mercado.
Una encuesta realizada en diciembre mostró que el 60% de los músicos utilizaban herramientas de inteligencia artificial para todo, desde la composición hasta la producción. Los productores no se quedaron atrás, con un 36,8% integrando completamente la IA en sus flujos de trabajo. Las herramientas asistidas por IA se volvieron tan esenciales como una batería o un soporte de micrófono.
Pero no todos estaban aplaudiendo. El auge de la IA también provocó un pánico generalizado sobre la seguridad laboral. Un estudio predijo que los creadores podrían perder hasta el 27% de sus ingresos para 2028. La preocupación no era sólo por el dinero, sino también por la creatividad.
"¿Quién es el dueño de una canción cuando un algoritmo hace el trabajo pesado?" se convirtió en la crisis existencial de la industria. Y aunque los reguladores hablaban de proteger a los creadores humanos, nadie parecía tener una respuesta sólida.
¿Pero los oyentes? No parecía importarles mucho. El 82% de ellos no supo distinguir si una canción fue hecha por una persona o por un programa. En lo que a ellos concernía, un bop era un bop.
La línea borrosa entre humanos y máquinas planteó preguntas incómodas. ¿Importa si la música es buena? Para AI, esa respuesta pareció ser un rotundo “no”.
Los analistas predijeron una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 28,8%, con un mercado que alcanzará los 38.710 millones de dólares en 2033. Esto no fue especulación, fue impulso. Se espera que los ingresos procedentes de los servicios de música con IA se disparen, alcanzando potencialmente los 9.000 millones de euros en 2028.
El público no se cansaba de ello. En abril de 2024, Google informó 267.000 búsquedas de “música con IA”. La curiosidad no era sólo académica. Los fanáticos, los creadores e incluso los escépticos se estaban adentrando en trac generadas por la IA.
Las plataformas de streaming se llenaron de música creada por máquinas. Algunas plataformas incluso tuvieron que modificar sus algoritmos para evitar que la música creada por humanos quedara enterrada. La ironía fue hilarante.
El auge de la música con inteligencia artificial provocó mucho drama en materia de derechos de autor. Los artistas informaron de interminables dolores de cabeza al intentar navegar por los derechos de propiedad intelectual. ¿Quién recibe el crédito cuando una computadora genera una melodía? ¿El productor? ¿El programador? ¿La persona que le dio algunas indicaciones a la IA? Nadie lo sabía con certeza y eso estaba volviendo locos a todos.
Las plataformas de streaming enfrentaron un nuevo tipo de desafío. La IA no solo creaba música, sino que dominaba las listas de reproducción. Los algoritmos optimizados para contenido creado por máquinas marginaron a los creadores humanos, lo que les dificultó llegar a su audiencia.
Algunas plataformas intentaron reequilibrar la balanza, pero el daño ya estaba hecho. Mientras tanto, la tecnología misma seguía cambiando. A finales de 2024, la IA estaba masterizando álbumes, prediciendo tendencias y creando trac sonoras personalizadas para marcas y eventos. Las capacidades se expandieron tan rápidamente que la industria apenas pudo seguir el ritmo.
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