Pero los números cuentan una historia diferente. Durante la primera presidencia de Trump, el defi comercial de Estados Unidos alcanzó su nivel más alto desde 2008, pasando de 481.000 millones de dólares a 679.000 millones de dólares. Los aranceles y la tron del dólar podrían exacerbar este problema, aumentando las importaciones en lugar de reducirlas, especialmente si el crecimiento económico se recupera. En sólo cuatro años, la deuda estadounidense se ha disparado en 11 billones de dólares, es decir, el 40% de todo el PIB del país. Para ponerlo en perspectiva, a Estados Unidos le tomó 220 años acumular sus primeros 11 billones de dólares en deuda. Las amenazas de Trump contra los países BRICS son otro ejemplo de su diplomacia disparatada. El mes pasado, advirtió sobre sanciones si estos países buscaban una moneda compartida para desafiar al dólar. Si bien los BRICS no tienen planes concretos para dicha moneda, la postura agresiva de Trump podría resultar contraproducente. Si bien es poco probable que el dominio del dólar disminuya pronto, el uso impredecible del poder estadounidense por parte de Trump podría acelerar la búsqueda de alternativas. Irónicamente, las mismas acciones destinadas a proteger el dólar podrían terminar socavándolo. ¿Cómo es que Trump no ve eso? Los planes fiscales del dent son otro atolladero de contradicciones. Ha prometido reducir el defi federal del 6,5% al 3% del PIB y, al mismo tiempo, ha prometido recortes impositivos masivos. Su equipo afirma que esta brecha se llenará con crecimiento económico, recortes del gasto público e ingresos arancelarios. Pero los analistas se muestran escépticos. Incluso si se produjeran algunas mejoras fiscales, la escala de las promesas de Trump parece poco realista. El desafío de los BRICS