La economía de la eurozona está estancada. Las previsiones de crecimiento han vuelto a ser rebajadas, e incluso las cifras revisadas no inspiran mucha confianza.
La Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE, predice ahora que los 20 países que utilizan el euro expandirán su PIB colectivo sólo un 1,3% en 2025. Eso es menos que su proyección anterior del 1,4%. Este año, el panorama parece peor: una desalentadora tasa de crecimiento del 0,8%.
Compárese eso con Estados Unidos, que espera un crecimiento constante de alrededor del 2% anual hasta 2026. La diferencia no son solo cifras: es una señal de advertencia.
Mientras la economía estadounidense sigue avanzando, la eurozona parece estancada en reversa. Si el presidente dent Donald Trump cumple su amenaza de imponer aranceles del 10% a las importaciones europeas, la situación podría empeorar aún más.
España es la única economía de la eurozona que muestra una fortaleza real, con un crecimiento proyectado del 3% este año y del 2,3% en 2025. Alemania, por otro lado, se está preparando para una trac económica y Francia lucha contra defi presupuestarios y desafíos políticos.
"Después de un prolongado período de estancamiento, la economía de la UE está volviendo a un crecimiento modesto", dijo la Comisión Europea en sus previsiones de otoño. Modesto, por cierto.
Las guerras comerciales son lo último que necesita la eurozona en este momento. Los aranceles del 10% propuestos por Trump sobre los productos europeos podrían destrozar las economías del bloque, fuertemente exportadoras.
Alemania, el corazón industrial de la región, podría perder el 1% de su PIB si se implementan estos aranceles, según el dent del Bundesbank, Joachim Nagel. El daño no se detendría en las fronteras de Alemania. Las proyecciones de la aseguradora Allianz estiman que 25.000 millones de euros en exportaciones alemanas podrían estar en riesgo.
Los proveedores más pequeños de la eurozona, desde bodegas francesas hasta fabricantes de maquinaria italianos, sentirían la presión. Para una economía que ya está golpeada por una crisis energética y una lenta recuperación pospandémica, esto sería catastrófico.
Los economistas están divididos sobre si los exportadores europeos podrían recuperarse. Algunos argumentan que una tron presencia del dólar estadounidense podría abaratar los productos europeos y compensar el impacto de los aranceles.
Otros señalan que el sector manufacturero de la región ya está pasando apuros. Los datos los respaldan: la producción industrial de la eurozona ha caído un 6% desde enero de 2022 y sigue contrayéndose.
La invasión rusa de Ucrania, que llevó los precios de la energía a niveles récord, asestó un duro golpe a la base manufacturera de Europa.
La inflación podría estar enfriándose, pero está lejos de terminar. La Comisión Europea pronostica que la inflación promediará el 2,4% en 2024 antes de disminuir al 2,1% en 2025. Eso es ligeramente mejor que los picos anteriores, pero no es mucho consuelo para los gobiernos que ya enfrentan déficits presupuestarios.
Un menor crecimiento significa menos ingresos fiscales, y las tasas de interés más altas están encareciendo el endeudamiento de los gobiernos.
Francia, en particular, enfrenta una batalla cuesta arriba. Se espera que su defi presupuestario caiga del 6,4% del PIB este año al 5,2% en 2024, pero las exenciones fiscales temporales expirarán en 2026, lo que probablemente hará que el defi vuelva a subir.
La Comisión Europea advierte que la relación deuda/PIB está aumentando en todo el bloque, lo que ejerce aún más presión sobre los gobiernos para que se ajusten el cinturón.
Mientras tanto, el Banco Central Europeo (BCE) está intentando enhebrar la aguja. Después de elevar las tasas de interés al 4% el año pasado para combatir la inflación, el BCE ha comenzado a recortarlas nuevamente.
El tipo de depósito se sitúa ahora en el 3,25% y el banco planea nuevas reducciones. El objetivo es abaratar el endeudamiento y fomentar la inversión, pero el progreso es lento.
El cambio climático está añadiendo complejidad. Las recientes inundaciones en España mataron a cientos de personas y causaron daños generalizados a la infraestructura. La Comisión Europea advirtió que desastres como este podrían alterar las cadenas de suministro, perjudicar la producción de alimentos y reavivar la inflación.
La industria manufacturera siempre ha sido la columna vertebral de la eurozona, pero ahora mismo está en crisis. El sector ya estaba luchando por recuperarse de la pandemia cuando la guerra de Rusia en Ucrania hizo que los precios de la energía se dispararan.
Ahora enfrenta una nueva amenaza: los aranceles estadounidenses. Alemania, a menudo llamada el “motor” de Europa, está tambaleándose. La producción industrial ha caído drásticamente y la dependencia del país de industrias de uso intensivo de energía, como las químicas y el acero, lo ha hecho especialmente vulnerable. Francia e Italia, aunque menos dependientes de la manufactura pesada, no son inmunes.
"Un mayor aumento de las medidas proteccionistas por parte de los socios comerciales podría alterar el comercio mundial", advirtió. Para una economía tan abierta como la de la eurozona, eso es un desastre a punto de suceder.
Mientras la eurozona tropieza, Estados Unidos sigue avanzando. Goldman Sachs proyecta un crecimiento del PIB estadounidense del 2,5% en 2025, en comparación con sólo el 0,8% de la eurozona. La productividad laboral en Estados Unidos ha aumentado a una tasa anualizada del 1,7% desde 2019, mientras que Europa ha logrado un miserable 0,2%.
Las políticas comerciales esperadas de Trump, incluidos los aranceles a China y Europa, podrían ampliar aún más la brecha. Goldman Sachs predice que estas medidas perjudicarán el crecimiento global, pero tendrán un impacto relativamente menor en Estados Unidos, gracias a los recortes de impuestos y un entorno regulatorio favorable a las empresas.
En Europa, la historia es diferente. La dependencia de la región de las exportaciones la hace muy vulnerable a las perturbaciones comerciales.
Los bancos centrales también están respondiendo de manera diferente. La Reserva Federal de Estados Unidos planea recortar las tasas agresivamente, con el objetivo de alcanzar un rango del 3,25% al 3,5% para principios de 2025.
El BCE, por el contrario, se está moviendo con cautela, con un objetivo del 1,75% para finales de 2025. Mientras tanto, los mercados emergentes tienen margen para flexibilizar la política monetaria, pero eso es poco consuelo para Europa.