La economía global está bajo fuego. No se trata sólo de inflación o problemas de la cadena de suministro. Esta vez, el problema es la mala política y la deuda creciente.
Los gobiernos están acumulando deudas sin precedentes y la inestabilidad política es una bomba de tiempo para todos. Tenemos las próximas elecciones en Estados Unidos, la guerra en Ucrania que se prolonga, la tensión en Taiwán y el caos en el Medio Oriente. Todo está sucediendo en el peor momento posible.
Los ministros de finanzas y los jefes de los bancos centrales se reunirán esta semana en Washington para las reuniones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Pero nadie espera mucho optimismo.
La Directora Gerente del FMI, Kristalina Georgieva, dice que los asistentes saldrán “animados, algo más asustados”, con la esperanza de que el miedo los impulse a actuar. El panorama es sombrío.
Las elecciones estadounidenses son un factor importante en el pronóstico económico mundial. Con dos candidatos muy diferentes, hay mucho en juego.
Donald Trump quiere imponer un arancel del 10% a todas las importaciones, y China se verá aún más afectada: hasta el 60%.
Según los analistas Wendy Edelberg de la Brookings Institution y Maurice Obstfeld del Peterson Institute for International Economics, junto con innumerables economistas, el plan de Trump causaría estragos en los negocios.
Trump no está de acuerdo. Le dijo a Bloomberg:
"Cuanto más alto sea el arancel, más probable será que la empresa venga a Estados Unidos y construya una fábrica".
Pero aquí está la cuestión: si China toma represalias, el PIB de Estados Unidos podría caer un 0,8% para 2028, según Bloomberg Economics. China no saldría fácil, pero el impacto sería menor, del 0,4%.
Europa, que ya lucha contra una demanda débil y una inversión en caída, podría quedar atrapada en el fuego cruzado, a medida que los productos chinos baratos inunden sus mercados.
El Banco Central Europeo (BCE) ya ha bajado los tipos de interés tres veces desde junio. La inflación parece estar enfriándose, pero la dent del BCE, Christine Lagarde, no está celebrando.
"Cualquier obstáculo al comercio es importante para una economía como la europea, que es muy abierta", dijo, refiriéndose a la dependencia de Europa del comercio internacional. Una nueva guerra comercial empeoraría las cosas y la frágil recuperación de Europa podría hacerse añicos.
Mientras Europa lucha con el comercio, Estados Unidos se enfrenta a sus propios problemas. El gasto de los consumidores sigue siendo tron y las empresas siguen contratando, pero la deuda pública está aumentando rápidamente.
El Tesoro de Estados Unidos informó que los costos de los intereses de la deuda han alcanzado un máximo de 28 años debido al aumento de las tasas de interés y a los enormes defi presupuestarios. Estados Unidos no está solo en esto.
El FMI predice que la deuda pública mundial alcanzará los 100 billones de dólares a finales de año. Los gobiernos se están quedando sin opciones para solucionar el problema y futuras recesiones podrían dejarlos sin las herramientas para responder eficazmente.
No sólo las guerras comerciales, sino también las guerras reales están causando estragos. La invasión rusa de Ucrania continúa y la situación en Medio Oriente está empeorando.
Bloomberg Economics estima que si estalla una guerra a gran escala en Medio Oriente , los precios del petróleo podrían alcanzar los 100 dólares el barril, reduciendo un 0,5% el crecimiento global y aumentando la inflación un 0,6%.
Los precios más altos del petróleo significan que todo se vuelve más caro, y los países que ya luchan con la deuda sentirán el dolor aún más.
Mientras tanto, China intenta mantener a flote su economía. El crecimiento del país se ha desacelerado y el sector inmobiliario está en problemas.
En respuesta, las autoridades chinas han estado implementando medidas de estímulo a diario, incluida la reducción de las tasas de interés de referencia en 25 puntos básicos. La tasa preferencial de los préstamos a un año es ahora del 3,1%, mientras que la tasa a cinco años es del 3,6%.
Estos recortes están diseñados para impulsar los préstamos corporativos y los préstamos a los hogares, con la esperanza de alcanzar el objetivo de crecimiento de China del 5% este año. Pero el éxito de estas medidas sigue siendo incierto.
Pan Gongsheng, gobernador del banco central de China, también ha insinuado nuevos recortes en el coeficiente de reservas obligatorias (RRR), que dicta cuánto cash deben tener los bancos a mano.
Una reducción de 25 a 50 puntos básicos podría ocurrir a finales de año, dependiendo de la liquidez. La tasa de recompra inversa a siete días se reducirá en 20 puntos básicos, y la tasa de la facilidad de crédito a mediano plazo disminuirá en 30 puntos básicos.
Estos están destinados a respaldar la liquidez en el mercado, pero pueden no ser suficientes para contrarrestar los crecientes desafíos que enfrenta la economía de China.
La conclusión es que si los gobiernos no actúan rápidamente, la situación podría empeorar mucho.