Por Ron Bousso
LONDRES, 3 jun - BP ha saltado de crisis en crisis en los últimos años, erosionando gravemente la estatura de la empresa británica como una de las principales petroleras del mundo. Dada la dinámica cada vez más difícil del mercado petrolero actual, puede que BP tenga que aceptar por fin que ya no es una verdadera gran petrolera y que no puede seguir gestionando la tesorería como si lo fuera.
El exclusivo club de las grandes petroleras, formado por Exxon Mobil XOM.N, Chevron CVX.N, Shell SHEL.L, TotalEnergies TTEF.PA y BP BP.L, ha sido durante décadas sinónimo de extensas operaciones de exploración y producción de petróleo y gas, sólidos balances y estrategias a largo plazo que han contribuido a generar beneficios considerables y estables para los accionistas.
Sin embargo, BP no ha cumplido la mayoría de estos requisitos en los últimos años, ya que se ha enfrentado a una sucesión de crisis en los últimos 15 años que han reducido drásticamente su capitalización bursátil y la han dejado financieramente vulnerable y sin una dirección estratégica clara. Más recientemente, el fracaso de su incursión en el sector de las energías renovables (link) y un escándalo de gestión (link) han cargado a la empresa con una deuda cada vez mayor, mientras lucha por volver al sector del petróleo y el gas.
El Consejero Delegado, Murray Auchincloss, reconoció la necesidad de un cambio al presentar en febrero un reajuste fundamental de la estrategia (link) que incluye la reducción del gasto por debajo de 15.000 millones de dólares hasta 2027, el recorte de hasta 5.000 millones de dólares en costes y la venta de 20.000 millones de dólares en activos, en un esfuerzo por mejorar el rendimiento y frenar el aumento de la deuda. El plan también reajusta la tasa de retorno al accionista al 30-40% del flujo de caja operativo.
Pero el reajuste ha hecho poco por aliviar las preocupaciones de los inversores. Las acciones de BP han caído un 18% desde la actualización de la estrategia, por debajo de sus rivales.
Aumentando la presión, el accionista activista Elliott Management, que recientemente ha creado una posición del 5% en la empresa, ha indicado que quiere que BP recorte aún más el gasto (link).
Por tanto, es evidente que se necesita un cambio más profundo.
CAMBIO DE GUARDIA
Aunque a esta empresa de 116 años le cueste admitir que ya no puede tener el mismo peso financiero de antaño, aceptar la realidad ofrecerá a los dirigentes de la empresa la oportunidad de reducir algunos de sus compromisos con los inversores, en particular su programa de recompra de acciones.
Hoy en día, todas las grandes empresas energéticas tienen programas de recompra multimillonarios que devuelven capital a los accionistas, lo que ayuda a atraer a inversores que pueden mostrarse recelosos sobre el futuro de la demanda de combustibles fósiles.
Pero las recompras de BP parecen un lujo que no está en sintonía con sus problemas financieros.
En sus resultados del primer trimestre, publicados en febrero, BP dijo que recompraría 750 millones de dólares en los tres meses siguientes. Esa cifra era inferior a los 1.750 millones de dólares de los tres meses anteriores, pero incluso a este ritmo reducido, seguiría sumando un total de 3.000 millones de dólares al año.
No parece prudente, sobre todo teniendo en cuenta la caída del 20% de los precios del petróleo, que este año rondan los 65 dólares por barril, y el empeoramiento de las perspectivas económicas (link).
Los objetivos financieros de Auchincloss parten de un precio del petróleo Brent de 70 dólares, lo que significa que el CEO canadiense probablemente tendrá dificultades para cumplir sus objetivos sin endeudarse más.
DEFINIR LA DEUDA
Suprimir la recompra anual de 3.000 millones de dólares disgustaría sin duda a los inversores, pero contribuiría en gran medida a reducir la deuda neta de BP a entre 14.000 y 18.000 millones de dólares en 2027, frente a los 27.000 millones de finales de marzo de 2025.
La "zona cero" del declive financiero de BP fue el mortífero desastre de 2010 de Deepwater Horizon (link) en el Golfo de México, que generó 69.000 millones de dólares en costes de limpieza y legales (link). La empresa sigue pagando más de 1.000 millones de dólares al año en indemnizaciones.
La conmoción financiera obligó a BP a vender miles de millones de dólares en activos y a emitir enormes cantidades de deuda para pagar la factura. Su valor de mercado cayó a unos 77.000 millones de dólares en la actualidad, frente a los 180.000 millones de 2010.
El ratio deuda-capitalización de BP, conocido como gearing, alcanzó el 25,7% a finales del primer trimestre de 2025, significativamente superior al de otras grandes petroleras, como el 19% de Shell o el 14% de Chevron.
Y, lo que es más importante, la cifra actual de 27.000 millones de dólares de deuda neta de BP omite varios pasivos importantes que figuran en sus libros. Esto incluye 17.000 millones de dólares en bonos híbridos, un instrumento que tiene cualidades tanto de capital como de deuda, incluido un cupón que debe pagarse o devengarse. Aunque las empresas pueden emitir híbridos por muchas razones, entre ellas mantener la flexibilidad, a menudo lo hacen en parte porque las agencias de calificación no tratan los híbridos como deuda ordinaria, lo que favorece los ratios de apalancamiento del emisor.
Anish Kapadia, director de energía de Palissy Advisors, calculó que la deuda neta ajustada de BP alcanzaba los 86.000 millones de dólares a finales del primer trimestre de 2025, al incluir la deuda neta, los híbridos, los pasivos del Golfo de México, los arrendamientos y otras provisiones.
En última instancia, la reducción de las recompras debería permitir a BP controlar su enorme pila de deuda y reparar su balance más rápidamente. Esto, a su vez, crearía una base sólida para recuperar la confianza de los inversores.
La marcha del actual presidente de BP, Helge Lund, en los próximos meses podría ser una buena oportunidad para que la empresa se plantee un cambio tan radical. No está claro quién ocupará este puesto, pero una cualificación para quien suceda a Lund debería ser un muy necesario sentido del realismo financiero.
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