Tasa arancelaria de EEUU alcanza 22%, nivel más alto desde 1910, según Fitch

Investing.com — Los amplios aranceles a importaciones anunciados por el presidente Donald Trump han elevado la tasa arancelaria promedio de Estados Unidos al 22%, desde apenas 2.5% en 2024, según Fitch Ratings.

Este nivel de proteccionismo no se había visto desde aproximadamente 1910, señaló Olu Sonola, director de investigación económica de Fitch para EE.UU., en un comunicado tras el anuncio.

"Esto cambia las reglas del juego, no solo para la economía estadounidense sino para la economía global", dijo Sonola. "Muchos países probablemente terminarán en recesión. Se pueden descartar la mayoría de los pronósticos si esta tasa arancelaria se mantiene por un período prolongado".

Trump introdujo un arancel base del 10% a todas las importaciones, con tasas significativamente más altas para socios comerciales clave, incluyendo 34% para China y 20% para la Unión Europea. La administración también confirmó un arancel del 25% sobre automóviles y autopartes. Hablando desde el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, Trump afirmó que los nuevos aranceles ayudarán a restaurar sectores manufactureros críticos en EE.UU.

En los próximos meses, el efecto más inmediato de los nuevos gravámenes será el aumento de precios en miles de bienes de consumo y empresariales. Esta presión sobre los precios podría frenar la demanda tanto nacional como global, aumentando el riesgo de recesión.

Las tasas arancelarias varían significativamente por país —desde 10% para importaciones del Reino Unido hasta 49% para productos de Camboya— sugiriendo impactos económicos desiguales. Una guerra comercial más amplia probablemente afectaría especialmente a China, que enfrenta una débil demanda interna y necesitaría encontrar nuevos mercados de exportación.

Si la economía estadounidense comienza a deslizarse hacia una recesión bajo el peso de estos aranceles, las repercusiones se extenderían a muchas economías en desarrollo que dependen de la demanda de EE.UU.

Los mercados financieros reaccionaron bruscamente, con caídas en los futuros de acciones y rotación de inversores hacia refugios tradicionales, incluyendo bonos, oro y el yen japonés.

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